En el testamento del Conde de Monzón, fechado en el año 947 aparece por primera vez el nombre de Paredes de Nava. Pero hay otra mención más antigua relativa a otro lugar muy significativo para los paredeños, que veneran en la ermita que allí existe la imagen de su patrona y que recibe de ese lugar su advocación. Se trata de la actual Carejas, antiguo Carelia que se cita en un documento del año 906.
La ermita antigua con el paso de los años, se fue deteriorando y en 1947 se inauguró la actual, más moderna y que se encuentra enclavada en un excepcional entorno natural, compuesto por una amplia pradera con abundante vegetación, que la hacen un verdadero oasis en mitad de Tierra de Campos. La imagen que allí se venera es una talla románica del siglo XIII.
Hasta hace pocos años, antes de realizarse la concentración parcelaria, se conservaba intacta una senda que partiendo de Becerril, iba cruzando el campo de Paredes, por encima del pago de la Ciudad (donde estaba ubicada la antigua ciudad vaccea de Intercacia) y terminaba en la Ermita de Carejas. Esta senda fue fruto de las pisadas de una sencilla mujer de Becerril y alrededor de ella se formó una leyenda que gracias a la tradición aun se conserva.
Para conocerla habremos de retroceder muchos años, a los tiempos de la Reconquista, en que los jóvenes de nuestros pueblos se enrolaban en los ejércitos e iban a luchar contra los moros a tierras lejanas.
La mujer de nuestra historia tiene un hijo que hacia tiempo se había marchado a la guerra. Al cabo de los años se entera de que estaba vivo, aunque prisionero de los musulmanes. Todos los días al atardecer acude desde Becerril a Carejas a pedir a la Virgen la libertad de su hijo cautivo. Su confianza en el auxilio de la patrona de Paredes no se quiebra nunca.
De recorrer todos los días el mismo camino se ha formado un sendero. Desde entonces es conocido como “La Senda del Cautivo”.
La Virgen consigue su liberación y un día el joven se presenta en Becerril. Después de abrazar a su madre, van por el desgastado camino hasta la ermita de Carejas y allí depositan un recuerdo con gran devoción: el arca donde estuvo encerrado y los grilletes con los que fue encadenado durante su cautiverio. Estos recuerdos aún se conservan en la ermita junto a otros exvotos que han ido depositando los devotos de la Virgen.
Para la madre y su hijo “la senda del cautivo” fue el camino que les llevo a la liberación.